martes, 21 de septiembre de 2010

El ¿PORQUE? DEL VESTUARIO ASTURIANO

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El ¿Por qué?  de nuestro VESTUARIO ASTURIANO

Sois muchos los miembros del grupo, que a menudo estáis interesados en el por qué de lo que actualmente se hace. Queremos, mediante esta pagina, simplificar al máximo un tema extensísimo y haceros llegar lo más resumidamente posible una idea general que pueda ser clarificadora.

Para empezar, nos llamamos “agrupación folclórica”. La palabra folclore, lleva consigo un peso específico muy importante. La etnografía y el folclore estudian  las costumbres, los modos de vida de nuestros antepasados, los difunden y en última instancia los conservan, porque sin duda alguna son todas estas características las que nos identifican y nos aportan una identidad cultural como “pueblo”.

Una de esas características es, por ejemplo, el vestuario. Nos consta que algunos a veces juzgáis que somos extremadamente intolerantes en este tema. El traje regional o traxe´l país, no es un disfraz que uno pone de cualquier forma para salir del paso. Tenemos que meternos en la cabeza que es algo muy importante; concienciarnos de que hay que guardar y hacer guardar las formas. Debemos de disfrutar con él puesto, vernos bien y llevarlo con orgullo y sobre todo con respeto a la memoria de los que lo utilizaron a diario.
Vestir el traje regional, no es ponerse prendas a lo loco, hechas de cualquier forma, de cualquier tejido y combinadas de cualquier manera.  

Desde los primeros pobladores de esta tierra en la prehistoria, pasando por los pueblos celtas, los romanos… se sucedieron innumerables formas de vestir.

En la Edad Media,  la nobleza  utilizaba ropa muy similar  en toda Europa. Las gentes del pueblo llano, imitaban en la medida de sus posibilidades y con los tejidos de los que disponían entonces, la forma de vestir de aquella clase alta, y así,  fueron diversificándose y evolucionando las ropas según gremios, zonas geográficas etc. Todas estas evoluciones, no se llevan a cabo de un día para otro, necesitan años y como ya hemos dicho anteriormente, en cada territorio tienen sus peculiaridades.
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Llegamos al S XVIII  (año 1770 aprox.) hasta la primera mitad del S XIX (1850 aprox.) y es aquí donde nos paramos. Los etnógrafos y folcloristas toman como traje regional, con las particularidades de cada zona,  al usado en este periodo de tiempo. ¿Por qué?... muy fácil; este fue la última forma de vestir que identificó a los astures como pueblo.
                Las prendas que lo forman y que a estas alturas ya conocéis  y utilizáis en el grupo, aparecen y desaparecen unas primero que otras, es decir, algunas ya se utilizaban antes de estas fechas y otras siguieron utilizándose después. Está perfectamente descrito en cuadros de la época, grabados, trabajos de campo etc.
                A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el traje como tal, era ya solo utilizado por los más mayores, o en las zonas peor comunicadas. Esto es perfectamente lógico, ya que estamos en la época en la que comienzan las comunicaciones más fluidas entre los pueblos, debido al desarrollo industrial,  y la moda comienza a universalizarse. Aun así, como ya os dijimos, algunas prendas sobrevivieron bastantes años más y siguieron usándose cotidianamente.

Después de las épocas en que hablábamos antes, después de 1850, estos trajes se fueron sustituyendo,  por la nueva moda. Quedaron en arcones y desvanes y durante muchos años se fueron sacando solo para fiestas patronales, para los carnavales…Empezaron a vestirse de cualquier forma, a copiarse sin rigor etc.

Para acabar de rematarlo, llega la posguerra civil y aparece el afán unificador del antiguo régimen político. Las agrupaciones de Coros y Danzas de la Sección Femenina se ocupan de ello; “todos iguales”:

 -todas las mujeres con una  falda por la rodilla y roja, debajo un faldón a veces almidonado para imitar el volumen de los viejos refaxos;  y  llegados de Europa unos ridículos “pololos”  jamás utilizados antes con el traje regional. El antiguo dengue se convierte en un  trozo de tela, lleno de piedras eso si,  que cruza el pecho. Los pañuelos estampados se transforman en uno blanco de encaje, que deja ver un enorme flequillo…etc., etc.

-todos los hombres con traje de pana o fieltro negro confeccionados sin respetar los antiguos cortes. Un espaldar rojo en el chaleco, casi siempre con sobrepuestos de  escudos, hórreos, madreñes... Los calzoncillos desaparecen y se convierten en dos volantes cosidos a la parte inferior del pantalón, a la montera (pseudo montera diría yo) no podía faltarle la bandera de España etc. 

No queremos ensañarnos, pero por esto es por lo que mucha gente os preguntará y a esto es a lo que llamarán el de “toda la vida, el que llevan viendo desde guajes”. Os encontrareis infinidad de veces, a pesar de la mucha información que hoy existe, con la pregunta del millón. Alguien vendrá y os dirá:” ¿De donde sois?, porque  el traje asturiano es el rojo con piedras”… Con muchos, por experiencia,  es imposible razonar y más vale que digáis que sois del Bierzo.

Aún hoy muchas reinas de fiestas, muchas procesiones, algunas agrupaciones siguen llevando con todo orgullo ese traje regional que irónicamente nunca lo fue. Nunca lo fue, porque para que así se pudiese catalogar, debería de, entre más razones, haber sido utilizado en tareas cotidianas por las gentes del pueblo.
Los que llevamos un tiempo en esto también utilizamos ese “traje”. En 1978, os podemos asegurar que casi todas las agrupaciones. Pero cuando ya habían pasado unos años desde la desaparición del antiguo régimen y recuperada la libertad de expresión, los jóvenes de la época empezaron a buscar respuestas a investigar y a recuperar la tradición que había sido prohibida (no se podían cantar ciertos romances y coplas, se habían vetado ciertos bailes, degenerado  muchos otros etc.). A aquella juventud les debemos que hoy se conserve parte de ese rico patrimonio cultural y se haya recuperado nuestro traxe´l país. 
Para comprobar esto que os acabamos de apuntar del vestuario, son muy ilustrativas las fotografías antiguas. Si veis fotos de aldeanos anteriores a los años  veinte del pasado siglo, os daréis cuenta que utilizan el vestuario tradicional. Sin embargo entre los años cuarenta y ochenta aparece ese otro “traje” por obra y gracia de ya os dijimos quien.


Como decíamos, con los bailes, danzas, coplas etc., desde los años cuarenta hasta la década de los ochenta, ocurrió algo parecido a lo del vestuario. Los grupo folclóricos, como tales, son formaciones relativamente nuevas. Los primeros aparecen a principios del siglo XX. En la evolución del patrimonio de nuestros bailes (y cuando hablamos de baile  pensad en danzas, cantares etc.…) también tuvo mucho que ver el anterior régimen político. Os contarmos una anécdota de una persona de la que aprendimos mucho de lo que hoy os podemos ofrecer y que fue y es, miembro de varios colectivos etnográficos. Había aprendido a bailar, como todos,  en los grupos de la Sección Femenina. Una vez casada se fue al pueblo de su marido y allí fundó un grupo de baile. Cuando se puso a dar clase y la vieron los mayores del pueblo casi la corren a gorrazos. Le decían que aquello nunca se había bailado así. Que ellos lo habían visto bailar a sus padres, a sus abuelos y que se venía trasmitiendo de generación en generación desde tiempo inmemorial en el pueblo. ¿Cómo podía ella deshacer aquel entuerto?
Su sorpresa fue que todos los bailes que a ella le habían aprendido de aquella zona habían sido seriamente manipulados para hacerlos mas llamativos y vistosos.
Lo curioso es que aquello fue una experiencia que fue repitiéndose en todo el territorio.   Esto mismo les ocurriría también a esos otros jóvenes que como ella, estaban buscando aquel patrimonio obligatoriamente dormido:

La historia era siempre la misma, en los pueblos se bailaba al son de la gaita y el tambor, al son de las parejas de compañeras pandereteras, al son de la xipla y el tambor,  del pandero, al son del acordeón…
Pero resulta que la música en cualquiera de estas opciones, era la que marcaba el baile y se cambiaba siempre con ella, no era un simple acompañamiento. Había unos toques de pandereta y pandero exquisitos, melodías desconocidas…

Por el contrario durante los anteriores cuarenta años, las agrupaciones de la Sección Femenina fueron prácticamente las únicas dedicadas a recoger, bailes y tradiciones populares. Cierto es que no todo fue malo, porque sin ellas quizás se hubiese perdido aún más patrimonio. Su gran error, a nuestro parecer (y al de mucha más gente), fue la intencionada manipulación de este. Si un baile era muy sencillo había que hacer coreografías estrambóticas para adornarlo y hacerlo vistoso. Si era corto se juntaban dos o tres que fuesen parecidos. Cuando se encontraban con un toque de pandereta o pandero difícil, se simplificaba para no complicarse la vida. Se inventaban bailes para eventos y la música era un mero adorno. Eran incapaces de desarrollar un baile oyendo los cambios con la música; siempre había alguien dando un grito y todos a la vez.
Aún hoy hay quienes ejecutan los bailes de esta forma con la cómoda disculpa de: “a mí aprendiéronmelo así”.

Afortunadamente, se llegó relativamente a tiempo y tenemos tan rico repertorio, que aun hoy seguimos sorprendiéndonos con lo que recuerdan y nos enseñan nuestros mayores. Bien, pues esa es la dirección que intentamos que lleve la agrupación,  seguir aprendiendo bailes y danzas de nuestra geografía. Pero bailes y danzas que tengan arraigo en el pueblo.

El año pasado en Valladolid,  alguien se acercó al grupo y dijo: “Soy de Degaña,  llevo aquí muchos años, y me acuerdo que eso lo bailábamos de neños en el pueblo”. Ahí está lo que debemos conseguir; que la gente identifique sus bailes y disfrute viéndonos hacerlos. Los inventos  quedan para las compañías de ballet y teatro, que tienen extraordinarios coreógrafos y para ciertos grupos que piensan que el folclore (ya vimos lo que conlleva este término)  es “rebrincar” como un corzo en un escenario: muy respetable su decisión, pero eso es otra cosa que tendrá su interés, aunque sin duda; valor  folclórico ninguno.

Esperamos que estas líneas sirvan de orientación, sobre todo para quienes integran el colectivo y que a diario nos acribillan a preguntas interesándose por el transcurrir en el tiempo de todo esto. Ojalá sigáis con este apasionado interés por nuestra cultura popular, que al final no deja de ser parte de nuestra propia historia como individuos.


                                    Montse Trabanco y Fonsu Les Regueres

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